Medio millar de jóvenes, con edades de 12 a 22 años y organizados en pandillas, sembraron hoy el pánico en una playa cercana a Lisboa, asaltando a los bañistas e incluso haciendo frente a la policía enviada a restaurar el orden.
Varias decenas de turistas españoles se vieron sorprendidos por los incidentes, que según fuentes policiales fueron causados por grupos de jóvenes llegados de barrios marginales y bien organizados para atemorizar a los miles de personas que abarrotaban la playa de Carcavelos en la festividad del Día de Portugal.
Al parecer los turistas españoles afectados sólo sufrieron el susto, aunque al menos dos mujeres portuguesas resultaron levemente heridas, una de ellas golpeada por error por policías lusos, según su testimonio.
Los incidentes, según testigos presenciales, comenzaron a primera hora de la tarde y los agentes de policía enviados desde Cascais para controlar la situación tuvieron que pedir refuerzos ante el "desafío a la autoridad" de decenas de los violentos, que se negaban a abandonar la playa.
La Policía de Seguridad Pública (PSP), reforzada con elementos de la Marítima (PM), sólo consiguió restaurar el orden a última hora de la tarde y practicó un número indeterminado de detenciones.
El propietario de uno de los bares de la playa, que cerró su establecimiento, se quejaba de que hace años que suceden actos de violencia similares y las autoridades no atajan el peligro, que a él le costó "un navajazo y 42 puntos de sutura en la cabeza".
El alcalde de Cascais, el ex ministro centrista Antonio Capucho, aseguró a los periodistas que los "marginales" que asaltaron la playa, y causaron lo que calificó de "gravísimos incidentes", no provienen de "nuestro municipio", sino de barrios conflictivos.
El edil se quejó de que, en lugar de reforzar los efectivos policiales de su concejo, han sido reducidos para hacer frente a la violencia en otros barrios de la periferia de Lisboa, como Amadora, donde varios policías han perdido la vida este año.
Capucho se quejó del peligro para la zona turística de Cascais, que los fines de semana se llena de visitantes extranjeros, en su mayoría españoles, de la facilidad con que operan las pandillas de marginales, pese a la vigilancia reforzada en las estaciones de tren y en las playas locales de Carcavelos y Tamariz.
En marzo y abril pasados, los brotes de violencia en la región de Lisboa obligaron al ministro de Interior, Antonio Costa, a reunirse con mandos policiales y adoptar medidas especiales, sobre todo en barriadas de marginación de la periferia, como Amadora, donde en los últimos años han muerto cuatro personas, o la zona de Almada, al sur.
jose juan